ANCIANA SIN TECHO PREGUNTA A MESSI: ‘¿ME PODRÍAS DAR 2 DÓLARES?’. ¡LO QUE ÉL RESPONDE ES IMPACTANTE! | HO

Una anciana sin techo se acercó a Lionel Messi en la Avenida Corrientes, en Buenos Aires, y le hizo una petición que tocó profundamente el corazón del astro del fútbol. A menudo, Messi era reconocido en las calles, y aunque trataba de pasar desapercibido, la fama era algo de lo que no podía escapar.

Sin embargo, esa mañana, algo fuera de lo común ocurrió. Una voz ronca lo sorprendió mientras caminaba por la vereda: “¿Me podrías dar dos dólares?” Messi, aunque acostumbrado a los pedidos de autógrafos o fotos, no pudo evitar detenerse al escuchar esa solicitud tan sencilla y directa.

Al mirar hacia el costado, vio a una mujer mayor, encogida bajo un abrigo raído, con una sonrisa desdentada, que lo observaba. La anciana le explicó que necesitaba el dinero para tomar un bondi, un autobús, hacia Mar del Plata. Lo que realmente llamó la atención de Messi fue la razón detrás de la solicitud.

La mujer, que se hacía llamar Doña Elena, le explicó que no veía el mar desde hacía más de 50 años y que sentía que no le quedaba mucho tiempo. Esa frase lo dejó pensativo, y aunque podría simplemente darle el dinero y seguir su camino, algo en esa petición lo atrapó.

“¿Cómo te llamas?”, le preguntó Messi, sintiendo que había algo más detrás de la historia de esa mujer. Doña Elena sacó un billete de 100 pesos y, en lugar de aceptar el dinero de más que Messi le ofreció, rechazó amablemente, pidiendo solo lo que había pedido inicialmente. Messi, con una sonrisa en el rostro, le insistió que se comprara algo para comer, pero la mujer lo guardó con gratitud, aunque no sin cierta desconfianza.

Esa noche, mientras Messi descansaba en casa junto a su esposa Antonela, la conversación que tuvo con la anciana seguía rondando en su mente. Había algo en las palabras de Doña Elena que no lo dejaba en paz. “Hace más de 50 años que no veo el mar”, había dicho, y esa promesa de su marido que nunca había podido cumplir lo tocó profundamente.

Messi, reflexionando sobre lo que escuchó, decidió que haría algo más por ella. Había vivido toda su vida bajo los focos de la fama, recibiendo todo tipo de solicitudes, pero esta parecía diferente. Antonela, al principio sorprendida, comprendió rápidamente la gravedad de la situación. “Si lo vas a hacer, hazlo bien”, le dijo, dándole su apoyo.

Al día siguiente, Messi regresó a la Avenida Corrientes, pero Doña Elena ya no estaba allí. Preocupado, comenzó a preguntar por ella, y con la ayuda de un amigo periodista, encontró a la anciana en la Plaza Congreso, entre otros indigentes. La vio sentada en un rincón, abrazando sus rodillas, con la mirada perdida y los labios resecos. Messi, al encontrarla, le ofreció llevarla a almorzar, a lo que Doña Elena, desconfiada, aceptó, aunque pensó que solo le estaba dando limosna. Messi insistió en que no era eso, y que solo quería charlar.

En un bodegón simple, donde el olor a bife y milanesa llenaba el aire, Messi finalmente le preguntó a Elena por qué quería tanto ver el mar. La respuesta fue emotiva y profunda: cuando su esposo murió, le prometió que esparciría sus cenizas en Mar del Plata, pero la vida se interrumpió por diversas razones, y cuando se dio cuenta, el tiempo se había ido. Ahora, solo quería cumplir su promesa.

Messi, conmovido, le ofreció ayudarla a cumplir ese sueño. Aunque Doña Elena se mostró escéptica, aceptó finalmente, con la condición de no ser tratada como una “adornada”. Messi, entendiendo su orgullo, no la presionó más, pero le insistió en que se abrigara bien, ya que el clima en Mar del Plata podría ser frío.

El viaje hacia el mar no fue sencillo. En el camino, el coche de Messi se averió, lo que los obligó a hacer una parada en un pequeño bar de un pueblo desconocido. Allí, Elena, con una sonrisa melancólica, pidió vino y empanadas, como si en ese lugar, simple y humilde, se sintiera más en casa. El aire pesado del pasado seguía pesando en sus palabras, y Messi, observando su fragilidad, comprendió que este viaje no era solo para llevarla al mar, sino para sanar heridas profundas que ella había guardado durante años.

A medida que avanzaban por la ruta, Doña Elena le confesó que tenía un hijo en Mar del Plata, con el que no había hablado en más de 20 años. La revelación dejó a Messi en silencio. Elena le explicó que había tomado decisiones equivocadas en el pasado, que la vergüenza había sido más fuerte que su deseo de reconciliarse con su hijo. Pero, a pesar de todo, tenía la esperanza de que él pudiera perdonarla y que la aceptara de nuevo.

Este viaje no solo representaba un sueño por cumplir, sino también una oportunidad de redención. Sin embargo, cuando el coche se detuvo, el silencio se apoderó del ambiente. El destino de Doña Elena seguía siendo incierto, pero una cosa estaba clara: Messi había tocado el corazón de esta mujer de una manera que pocos podrían imaginar. Con un gesto tan simple como escucharla, la llevó a un viaje que cambiaría sus vidas para siempre.

Este gesto de Messi demuestra que a veces, las acciones más humildes y compasivas pueden tener el mayor impacto. La humanidad y generosidad de Messi no solo se limitan a la cancha de fútbol, sino que se extienden a aquellos que más lo necesitan, como Doña Elena, quien solo pedía unos pocos dólares, pero encontró mucho más que eso en su encuentro con el famoso futbolista.