NUEVAS CINTAS SECRETAS DE P DIDDY, JAY Z, BEYONCÉ Y KIM KARDASHIAN SE VUELVEN VIRAL TRAS EL NUEVO DESCUBRIMIENTO DEL FBI – 1

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Una de las críticas centrales aquí es que, aunque muchos ven a P. Diddy como un exitoso empresario negro, a menudo ha tenido socios comerciales blancos detrás de sus empresas. El texto destaca cómo Revolt TV, que a menudo se comercializaba como una empresa propiedad de negros, en realidad fue una sociedad con Andy Shuan, un ejecutivo de medios blanco. Este hecho subraya el argumento de que los negocios de Diddy no han sido completamente independientes ni de propiedad negra desde su creación. Se establece una comparación entre la participación de Diddy en Revolt y sus tratos anteriores con Clive Davis en Bad Boy Records, donde Diddy supuestamente era “la cara negra” de una empresa en gran parte controlada por ejecutivos blancos.

La metáfora de que Diddy es la “Lady Eloise” (un personaje de la película Boomerang que era meramente la figura de una compañía de cosméticos, pero que realmente no la dirigía) es especialmente impactante. Aquí se sugiere que Diddy es más una figura simbólica en estos acuerdos comerciales, en lugar de alguien que ejerce pleno control. Esto plantea interrogantes sobre si sus empresas están realmente enfocadas en el empoderamiento negro o si simplemente son una manera de comercializar productos a los consumidores negros mientras enriquecen, en última instancia, a sus socios blancos.

El texto detalla las luchas de los ex artistas de Diddy, en particular Mark Curry, quien, después de su tiempo en Bad Boy, terminó trabajando en un trabajo común, estacionando autos en los VMAs. La implicación es que, mientras Diddy ganó millones, sus artistas, que contribuyeron a su éxito, quedaron en posiciones financieras precarias. La historia de Curry se utiliza para ilustrar la afirmación más amplia de que Diddy no pagó a sus artistas de manera justa ni les ayudó a lograr una estabilidad financiera a largo plazo. Se enfatiza la ironía de pasar de ser cabeza de cartel en los VMAs a trabajar en un trabajo común en el evento, como un ejemplo de cómo los acuerdos de Diddy eran egoístas, dejando a quienes le rodeaban sin apoyo.

Young Choppa, un ex participante de Making the Band, relata su experiencia con Diddy. Afirma que, a pesar de contribuir al éxito de Bad Boy, nunca fue compensado adecuadamente. El caso de Choppa es particularmente grave porque, según él, Diddy se aprovechó de su juventud: Choppa tenía menos de 18 años cuando firmó su contrato. En lugar de asegurarse de que Choppa recibiera sus ganancias correspondientes, Diddy supuestamente usó su estatus de menor de edad para evitar pagarle regalías.

Choppa también menciona un momento en el que, después del huracán Katrina, priorizó a su familia sobre su carrera, eligiendo quedarse con ellos en lugar de continuar de gira con Diddy. Como resultado, su relación con Bad Boy se deterioró y Diddy le quitó los regalos que le había dado, como un automóvil. Este episodio pinta a Diddy como alguien que antepone las ganancias a la lealtad personal o al apoyo de sus artistas.

El texto menciona repetidamente la idea de que las prácticas comerciales de Diddy no están alineadas con la imagen de empoderamiento negro que a menudo retrata. El hecho de que muchos de sus artistas, como Mark Curry, estén luchando financieramente mientras Diddy ha acumulado una fortuna, plantea preguntas sobre la verdadera naturaleza de su éxito. La noción de que Diddy es un “aparceros”, trabajando en beneficio de otros en lugar de su propia comunidad, sugiere que su riqueza y éxito pueden haber venido a expensas de los artistas negros y de la comunidad negra en general.

El texto también se refiere a casos de explotación de artistas por parte de Diddy, mientras que él continuaba acumulando riqueza a través de asociaciones que eran beneficiosas para él, pero no para quienes le rodeaban. Esta crítica se vincula con discusiones más amplias sobre la explotación del talento negro en la industria musical, donde los artistas negros son a menudo las caras del éxito, mientras que el verdadero poder y dinero reside en manos de ejecutivos y accionistas blancos.

Una pregunta moral clave planteada en el texto es cómo alguien como Diddy puede afirmar representar el empoderamiento negro mientras simultáneamente se enriquece a costa de otros, particularmente artistas negros que confiaron en él. El texto también aborda el tema más amplio de la explotación financiera en la industria musical, donde jóvenes e ingenuos artistas son a menudo aprovechados por ejecutivos con más experiencia.

Las acciones de Diddy, según se describen aquí, sugieren una especie de “Monopolio”, donde tenía el poder de manipular las carreras de sus artistas para su propio beneficio, dejándolos con poco que mostrar por sus esfuerzos mientras él acumulaba riqueza y control. El hecho de que artistas como Choppa y Curry hayan terminado en situaciones financieras difíciles a pesar de contribuir al éxito de Diddy apunta a un patrón preocupante de explotación y codicia.

El texto presenta una crítica dura de P. Diddy, enmarcándolo como un empresario que ha priorizado consistentemente sus propios intereses financieros por encima del bienestar de sus artistas y de la comunidad negra en general. A pesar de su imagen como un magnate negro, la evidencia sugiere que las empresas de Diddy a menudo fueron respaldadas por ejecutivos blancos y que puede haber utilizado a sus artistas para aumentar su propia riqueza, dejándolos con poco apoyo a cambio. Esta narrativa desafía la percepción de Diddy como un líder en el empoderamiento negro, pintándolo en su lugar como una figura que, aunque exitosa, no ha utilizado realmente su plataforma o riqueza para elevar a quienes le rodean.

Esto plantea preguntas importantes sobre cómo definimos el éxito dentro de la comunidad negra y si figuras como Diddy, que parecen ser campeones del emprendimiento negro, en realidad están contribuyendo a los mismos sistemas de explotación que afirman combatir.

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