Durante la última competencia, surgieron muchas emociones y reflexiones entre los participantes. Uno de los momentos más destacados fue cuando Natalia expresó su frustración y agotamiento emocional al enfrentarse a las exigencias físicas de la prueba.

En medio de un forcejeo, Natalia se encontró cuestionando el valor de lo que estaba haciendo. No entendía por qué debía esforzarse tanto, incluso a riesgo de su bienestar físico, por algo tan superficial como un chaleco o los 60 millones de pesos que se entregarían al equipo ganador. Con convicción, mencionó que para ella la integridad era lo más importante, y que confiaba en que “Diosito” le tenía deparadas cosas mucho más grandes.

Por otro lado, Darlin, otra competidora, expresó su malestar durante la prueba. La estrategia que su equipo había diseñado incluía inmovilizar a ciertos jugadores, y a ella le había tocado Guajira como rival.

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Sin embargo, Darlin aclaró que su intención nunca fue malintencionada. Para ella, el contacto físico en este tipo de juegos debía centrarse en el balón y no en una agresión directa hacia la otra persona.

Durante la prueba, sintió que Guajira estaba siendo injusta con sus comentarios, calificándola de “sucia” y acusándola de no jugar limpiamente. Esto la afectó, ya que, según Darlin, siempre busca actuar con nobleza y sin malicia.

En cuanto a Guajira, su perspectiva fue diferente. Defendió que cada jugador tiene su manera de abordar las pruebas y que no todo debe tomarse de forma personal. Sin embargo, reconoció que tal vez algunos de sus comentarios pudieron haber sido malinterpretados.

Guajira explicó que, cuando dijo “qué asco”, no se refería a su rival en particular, sino al tipo de juego que se estaba desarrollando. Aclaró que su comentario iba dirigido al estilo de juego que no le gustaba, ya que sentía que el enfoque en el contacto físico no era el mejor.

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Por último, otro de los momentos más emotivos fue cuando Natalia rompió en llanto durante la prueba. Explicó que, además del dolor físico que estaba experimentando desde la prueba anterior, también le dolía profundamente ver a sus compañeros en situaciones de debilidad.

Natalia resaltó que conocía el gran potencial de Alejo, Darlin, y B, pero que la falta de igualdad de condiciones les estaba pasando factura. Esto la llenaba de frustración y tristeza, ya que todos estaban dando lo mejor de sí, pero las circunstancias les impedían mostrar su verdadero potencial.

En resumen, la competencia no solo fue una prueba física, sino también un reto emocional para todos los involucrados. Las tensiones y las diferencias en la manera de jugar generaron roces entre los participantes, pero también dejaron claro que todos, de una u otra forma, estaban luchando por mantener su integridad en medio de una situación desafiante.